Camilo Vaca Narvaja por Camilo Vaca Narvaja. “Soy militante del Movimiento San Martín. Vengo de participar en la campaña en la provincia de Buenos Aires y actualmente recorro todos los municipios de la provincia, acompañando a los movimientos sociales, a los curas y a los sectores gremiales, para fortalecer la política sectorial y escuchar los reclamos y necesidades de la gente”.
¿Qué balance podes hacer de la derrota electoral del año pasado, visto ahora con mayor distancia?
A mí me parece que nos faltó, y ya es un lugar común, profundizar en la discusión política. hubo un escenario que fue el originario del kirchnerismo, que era muy heterogéneo en cuanto a la composición de sus fuerzas, y a partir de un triunfo tan contundente como fue el del 54% en 2011, se fue reduciendo a una hegemonía más acotada de lo que era esta diversidad y sectores. Pero creo que es natural en términos de lo que significó ese contundente triunfo en 2011. Yo creo hoy en día, con el escenario que se abre a partir del planteo de Cristina sobre el Frente Ciudadano, da cuenta de esta nueva realidad y lo tomo como el gran desafío a construir.
Creo que justamente lo que nos faltó es la posibilidad de profundizar los debates que tenían que ser internos en nuestra fuerza y horizontales, como de hecho hoy se están dando luego de la derrota.
Hay un texto muy interesante, que también es producto de una derrota, que es el de Álvaro García Linera, donde él plantea un escenario donde los gobiernos que fueron capaces de transformar la realidad y las condiciones de vida de su pueblo, y que después no pudieron aggiornar a esa realidad en términos electorales y hasta comunicacionales. De hecho, este fenómeno de la campaña de Macri, con las redes sociales, y donde incluso utilizó un lenguaje incluso diferente, caló muy fuerte en la construcción de sentido común. Y nosotros a veces, producto de aquél triunfo del 54%, terminamos replegándonos en las conquistas que hicimos y no incorporando esa agenda de futuro que mucha gente nos reclamaba, y que evidentemente interpeló con un discurso muy marketinero la fórmula de Cambiemos.
Vos participaste en la campaña en la provincia de Buenos Aires, en donde hubo una interna muy caliente. ¿Qué evaluación podés hacer?
Creo que lo primero que hay que plantear es que en la provincia de Buenos Aires ganó el Frente para la Victoria en el ballotage. Además, se permitió que surgieran nuevos liderazgos locales, y este es el caso de Leo Nardini en Malvinas Argentinas, de Verónica Magario, una mujer en La Matanza, de Ariel Sujarchuk en Escobar, de Walter Festa en Moreno, que en conjunto permiten ver esta posibilidad de recambio que muchas veces se plantea desde la política y del peronismo. Yo creo que eso justamente se está profundizando luego de la derrota, con una discusión más horizontal con todos los dirigentes y los espacios políticos. Esto, lejos de que se nos presente como algo dañino, creo que es algo enriquecedor para la agenda del futuro.
En términos de políticas públicas, ¿qué aspectos rescatarías como los más positivos del kirchnerismo, y cuáles como los más negativos?
Creo que lo más positivo fue haber generado una cultura política diferente a la que se venía dando desde los tiempos neoliberales de los años 90. Esa cultura política está dada por las banderas que puso el kirchnerismo en la discusión pública, como es el tema de los derechos humanos, la política regional, la intervención del Estado en la economía sobre todo como mecanismo contracíclico en tiempos de regresión económica global (como fue la caída del Lehman Brothers, y que con un Estado activo se pudo revertir ese escenario de achicamiento en términos de capitales, y con eso se mantuvo el empleo y luego incluso se creció y hubo desarrollo de pequeñas y medianas empresas. Muy diferente, cabe decir, a lo que hoy estamos viendo con el macrismo.
Otro de los puntos fuertes que yo rescataría es haber puesto el concepto de la igualdad por encima de la libertad, con medidas muy claras como por ejemplo, la AUH.
Esa cultura política ha sido transversal a las estructuras partidarias de ese momento. Que tras la crisis de 2001, justamente, estaban en crisis. El kirchnerismo entonces pudo instalar esos valores en la sociedad, y creo que ahí radica uno de sus elementos más potentes.
En cuanto a lo negativo, creo que, como te decía antes, nos faltó profundizar en el debate político. Había muchas iniciativas y propuestas programáticas que muchas veces no se permitieron realizar ni se escucharon por parte de nuestra propia fuerza. Por ejemplo, la ley de medios era muy compleja en términos de su aplicación y por todo el enfrentamiento que generó. Y si algo nos enseñó Néstor es esto de los tiempos para poder avanzar en términos de la conquista de nuestro pueblo. Y lo que terminó ocurriendo es que por la forma en que se dio, con los foros federales y los debates dentro de la comunidad, cuando se da la decisión del gobierno de acompañar el proyecto de ley de medios, se potenció y terminó saliendo. Hoy es cierto que es a ley fue vetada por el macrismo, pero la forma en que se generó aquél debate permitió construir consensos amplios en la sociedad. Creo que en ese sentido, nos faltó construir más iniciativas con esa metodología. Por ejemplo, medidas contra el sector financiero, la cuestión federal, los fondos de la provincia de Buenos Aries. En definitiva, muchos aspectos más que eran enriquecedores y que no pudimos explotar.
Haces referencia a un cambio en la cultura. Con el triunfo del macrismo, sin embargo, ¿ese cambio no queda en entredicho de alguna manera?
Yo creo que los procesos hay que verlos en el desarrollo de sus contradicciones. Y hoy lo que estamos viendo son respuestas de una sociedad a medidas que son claramente regresivas, porque benefician a sectores que no son mayoritarios, como por ejemplo, la quita de retenciones a las mineras y a los agroexportadores, la devaluación, el aumento de tarifas. Todas estas medidas ponen en juego una arquitectura social que va en contra de lo que vino a recomponer el kirchnerismo después de la crisis de 2001, que son los trabajadores, las pequeñas y medianas empresas, en definitiva, el desarrollo industrial y económico de un país, con fuerte énfasis en la ciencia y en la tecnología. Nosotros veníamos de producir satélites que llegaban y enviaban al espacio, una papa sin virus, una soja resistente a la sequía, y hoy estamos viendo cómo esos proyectos biotecnológicos y de desarrollo están siendo achicados por las políticas de ajuste del macrismo. Y una respuesta social fue la movilización que hubo de los estudiantes y de toda la comunidad docente en Plaza Pizurno.
¿Qué evaluación podes hacer de la estrategia comunicativa del nuevo gobierno, especialmente al compararla con la estrategia del gobierno anterior?
Mucho se dice que este gobierno comunica mal, incluso los propios integrantes de la coalición Cambiemos. Yo creo que ahí el problema en verdad son las medidas que toma, ese es el fondo del problema. Lo otro son en todo caso estrategias de presentación y formatos que me exceden de lo que es acertado o no.
Cristina, en su momento, planteó la estrategia de recurrir a las cadenas nacionales y eso generó en algunos sectores rechazo y en otros apoyo. Yo creo que eso terminó generando la mayoría de las veces más consenso y análisis de lo que decía Cristina y ponía en agenda, que la discusión de las formas.
¿Cómo caracterizarías al gobierno de Macri? ¿En qué medida se puede hablar de nueva derecha?
Hay una característica muy particular, se da el fenómeno por primera vez en la historia, que es un gobierno con mayoría de CEOS. Y justamente es la crítica que uno le puede hacer, porque esa incorporación de CEOS tiene consecuencias prácticas y evidentes. Así como fueron tan rápidos para impulsar estas medidas que benefician a sectores concentrados, cuesta que tengan la misma permeabilidad otros con sectores sociales. Y eso te lo puede dar solamente la revalorización de la política conectada con los sectores sociales y populares. En eso me parece que es muy novedosa la configuración y estructura del gobierno de Cambiemos, y lo que ya se está viendo son las debilidades e incapacidades que tienen para proyectar un modelo de desarrollo de país. Aún no queda claro cuál es el proyecto industrial que plantea el gobierno para la Argentina. ¿Cuál es el factor de desarrollo que va a poner este gobierno en discusión con todos los sectores? Y yo creo que esto que estamos viendo de forma de defensa como el encuentro sindical que hubo en Paseo Colón, en la marcha en la que participaron las cinco centrales obreras (hecho inédito desde 2001), con una agenda de reivindicación del trabajo, del salario y contra el tarifazo, también lo vemos en el sector universitario y estudiantil. Creo que de estas movilizaciones se puede extraer el gran desafío que tenemos por delante, que es el de constituir un gran consejo económico y social para poder debatir, frente a esta ausencia de país que propone el macrismo, una agenda clara sobre las políticas de la largo plazo para el beneficio de la Argentina.
Se observa mucho descontento social, pero al menos por ahora no surge un claro liderazgo político capaz de articular dicho descontento.
Lo que queda claro es que la crisis social está siendo más rápida que la respuesta de la dirigencia política. Hay un liderazgo que es indiscutido, que es el de Cristina, y que supo interpelar las necesidades de la gente y lo que más le dolía, con una pregunta muy simple: ¿cómo estaban antes y cómo están ahora? Lo que queda pendiente ahora es cómo eso se puede estructurar en una opción electoral, pero lo que sí me parece que se está fortaleciendo es la discusión política, que es lo más enriquecedor y es lo que permite que surjan nuevos liderazgos y actores de cara a la sociedad.
Cristina dio un marco con el Frente Ciudadano con el que interpela de forma directa a la sociedad en términos de que ella misma sea protagonista y partícipe de todos los derechos que hubo en el gobierno anterior y que hoy los defienda.
Más allá de la fecha precisa de arranque, ¿creés que existe la posibilidad de que se de el despegue en el segundo semestre, como plantea el gobierno?
Yo lo veo complejo por la propia arquitectura que está dando el gobierno en términos económicos. El Banco Central hace poco, por ejemplo, hizo el anuncio de que se puede pasar de comprar de dos millones a cinco millones de dólares mensuales, resulta contradictorio en el contexto social de crisis en el que la mayoría de la gente vive con aumento de tarifas, del desempleo, de caída del poder adquisitivo. Estas medidas apuntan claramente a que se puedan concentrar algunos sectores que fueron beneficiados con la quita de retenciones la acumulación de dólares, y que deriva luego en la fuga de capitales. Estas medidas, sumadas a la posibilidad de un endeudamiento, me parece que no van en línea de fortalecer y desarrollas la economía real.
El macrismo apela mucho al tema de la corrupción. Este tema ya estuvo presente en la década de los años noventa y ahora vuelve no solo en la Argentina, sino en otros países latinoamericanos. ¿Por qué pensás que este tema se reinstala en la agenda? ¿No crees que falta elaborar una mejor respuesta por parte de los movimientos nacionales y populares sobre el tema?
Hay que partir de la idea de que la corrupción es un delito, hay que condenarlo y se tienen que tomar las medidas que la Justicia determine en términos de los hechos concretos de la denuncia. Yo creo que la principal corrupción que tiene este tema es la desigualdad social: que haya tipos que con los acuerdos del sistema financiero para el pago a los buitres ganen comisiones de 200 millones de dólares, y trabajadores que no llegan a fin de mes. La principal corrupción es un sistema de inequidad, injusto, y que es justamente la agenda que está poniendo el Papa Francisco con la postura firme que tiene en contra de la financiarización de la economía, y la especulación como ejes vertebradores de la sociedad, en lugar del trabajo y el desarrollo productivo.
Hablando del Papa, ¿cómo ves las tensiones que surgieron con el macrismo? ¿Crees que el Papa, al menos de manera indirecta, pueda cumplir algún rol importante en la construcción de una oposición de tipo cultural e ideológica contra el macrismo?
Yo no entraría en el lugar que lo quieren poner al Papa como una mirada local de su gestión. En esto, Francisco es una figura mundial y su principal preocupación es justamente contra este modelo del descarte del neoliberalismo y de la especulación financiera, y que excluye tanto a los jóvenes como a los ancianos y a los trabajadores. Por supuesto, esto choca de plano con las medidas y la orientación que adoptó el gobierno nacional. Pero hay una estrategia del gobierno que quiere ponerlo de un lado de la grieta, y creo que si en algo se caracterizó Francisco como Papa es en la construcción de puentes y no muros.
Como un representante de los jóvenes, ¿por qué pensás que un espacio juvenil como La Cámpora fue tan demonizado? ¿A qué factores crees que obedeció?
Yo creo que por un lado es natural que busquen la demonización de algunos actores en un proceso de políticas transformadoras como fue el kirchnerismo. Y por supuesto, la juventud siempre fue fácil de estigmatizar. Me parece que hoy, esas agrupaciones que tenían una hegemonía muy fuerte en términos de la definición de la política, están en un plazo muy horizontal y de par con otros espacios y diferentes sectores gremiales y estudiantiles de la sociedad. Y eso permite enriquecer la discusión y los debates, y que se den los procesos naturales de liderazgos y de referencias de cada uno de estos espacios.
¿En qué espacio político estás ahora? ¿Cuáles son las expectativas de tu proyecto político?
Nosotros estamos articulando una política junto con la CGT, la CTA, el movimiento agrario CANPO, la parte confesional que es la pastoral social, y el movimiento estudiantil (con los compañeros del MPE), tratando de fortalecer esta política desde los sectores, pero con una mirada de una agenda de un desarrollo de país. Porque acá lo que queda claro es que no nos salvamos si se dan los 500 millones para el sector universitario solamente, o alguna medida de carácter específica. No hay salida, creemos, si no hay un proyecto colectivo de transformación de la Argentina, y eso es en lo que tenemos que seguir trabajando. Porque si no se va a dar la paradoja de que tengamos luz en las universidades, pero a nuestros estudiantes y docentes les corten la luz en sus casas. Y en eso es la contradicción que está teniendo el propio gobierno, que da 500 millones a las universidades, pero uno se pregunta: así como reconocen que el tarifazo resultaba impagable para las universidades, qué respuesta le van a dar a las familias y a las empresas.
Pensando a futuro, en las elecciones de 2017 y 2019, ¿sos optimista? ¿No existe el peligro de que la oposición quede dispersada, con un peronismo dividido?
Si, totalmente optimista. Como decía el General, no es que nosotros seamos buenos, sino que ellos son muy malos. Y en el medio, mucha gente y los sectores más humildes, que es la base de representación del peronismo, está ahí para ser representada, porque ahora no estamos discutiendo las cosas más básicas, un plato de comida, estamos discutiendo el hambre que está teniendo nuestro pueblo. Y en esto uno ve los programas sociales que plantea el macrismo y realmente son muy limitados y no llegan a revertir el carácter excluyente de su programa económico.
Con respecto a la fragmentación opositora, yo creo que si hay algo que demuestra la Argentina es la capacidad de transformación del escenario electoral y político en forma permanente. Massa, por ejemplo, está muy vinculado con la gestión del gobierno, acompañando el discurso de los despidos y el achicamiento del Estado en algunas medidas como YPF y Aerolíneas, y esto me parece que no es gratis de cara al reclamo social contra las medidas gubernamentales.