Patricia Vaca Narvaja según Patricia Vaca Narvaja. “Soy una militante desde joven. Parte de una familia que sufrió la triste noche de la dictadura y el terrorismo de Estado. Tengo un padre desaparecido y un hermano asesinado. Junto con mi familia, me exilié en México y retorné con la democracia, en 1983. Me enojé con Menem y me fui a una organización de consumidores, que era la excusa perfecta para no hacer política partidaria. Hasta que llegó Néstor, y como muchos otros, me volví a enamorar de un proyecto político. Fui Subsecretaria de Defensa del Consumidor, después Diputada Nacional por Córdoba, y terminé siendo Embajadora en México”.
¿Qué balance podés hacer de las elecciones que llevaron al triunfo de Mauricio Macri?
Lo primero que puedo decir es que no la ganó Macri, sino que la perdimos nosotros. En segundo lugar, yo veía desde México el sumo interés y distintos movimientos respecto de la necesidad de que Argentina cambiara de modelo político y económico, y que fuera Macri Presidente. Para ellos, en el marco de la región latinoamericana, la Argentina y especialmente Cristina eran voces incómodas, que se referenciaban en los procesos populares latinoamericanos, que siempre marcaban las diferencias con sus propuestas. Yo veía entonces con cierta desesperación el alto interés que había en que nosotros perdiéramos. De hecho, creo que la visita de Obama a la Argentina viene a coronar y a poner la frutilla de lo que fue todo un andamiaje para derrotar al kirchnerismo. Con la muerte de Chávez, Néstor Kirchner y la crisis de Brasil, dentro del concierto latinoamericano de gobiernos progresistas la de Cristina era la voz más potente, era un faro.
Por otro lado, desde 2011, con el 54% hemos ido perdiendo el apoyo de sectores sociales y políticos representados por Moyano, Massa, De la Sota etc. que nos acompañaron con su voto en ese entonces.
Creo que nosotros no supimos resolver la sucesión y la construcción de un cuadro político que continuara este proyecto que conduce Cristina. Perdimos el tiempo pensando que podía haber una re-reelección, cuando la sociedad hoy en día no ve con buenos ojos una continuidad prolongada. Tardamos mucho, y cuando definimos el candidato tampoco tuvo todo el apoyo que debía tener. Recién en la segunda vuelta, cuando la población advirtió lo que estaba en juego, salió casi en forma espontánea, sin los dirigentes, o por encima de ellos.
Otro problema es que nosotros subestimamos a esa construcción política y empresarial que es el PRO, que pudo reunir a sectores peronistas, radicales, socialistas. Y logró algo que el peronismo no logró en su historia, que es tener la Nación, la provincia de Buenos Aires y la Ciudad.
¿Por qué se perdió representatividad con esos distintos sectores?
Yo creo que la pelea con Moyano, con las aspiraciones que él tenía y a quiénes representaba en aquél momento, fue un error que después lo hemos pagado. Esto se ve con lo que fue en la práctica la permanente confrontación, porque, por ejemplo, en el momento más difícil que tuvimos, que fue la crisis de la 125, el movimiento obrero con Moyano a la cabeza estuvo respaldando. Entonces, si vos tenes que esa expresión organizada del movimiento obrero no respalda tu proyecto, sumado a toda la confrontación y el hostigamiento mediático, son demasiados frentes que te van horadando. Ahí nosotros no supimos ver qué era lo principal y en qué tenes que ceder para seguir representando, construyendo y acumulando. Y ahí empezó la caída electoral y de representatividad.
Lo mismo sucedió con Massa, quien fue Jefe de Gabinete en su momento. Entonces, tenes que hacerte cargo también de ese sector que tenías. Nosotros, por un lado, nos sobreestimamos, y por otro, subestimamos al PRO y su capacidad para encontrar la conciencia media de la sociedad, a los sectores medios que fueron los que dieron vuelta la balanza finalmente.
Decías recién que se tardó mucho en encontrar al candidato, y cuando se lo eligió (a Scioli), no tuvo todo el apoyo que debía tener. ¿Cómo ves esas tensiones que siguen vigentes al interior del peronismo-kirchnerismo?
En primer lugar, creo que, si vos definís que no haya PASO a nivel nacional, lo más lógico hubiese sido suspenderlas también a nivel provincial. Y así como definiste el candidato presidencial en base a quién estaba mejor posicionado en las encuestas en ese momento (Scioli), en la provincia de Buenos Aires convengamos que Aníbal Fernández tenía una imagen negativa muy superior a la imagen positiva. Y si hubiésemos ganado en la provincia de Buenos Aires, estaríamos hablando de otro resultado. Creo entones que hubo un error en los manejos políticos y de no entender qué era lo que estaba en juego. Muchos pensaron que se ganaba igual. Yo veía desde México, por ejemplo, las actividades que tenía Aníbal y no aparecía nunca como candidato a Gobernador, sus apariciones eran mayormente como Jefe de Gabinete. Y saliendo solamente en los medios y no en el mano a mano, la gente no te va a votar. El peronismo históricamente tuvo ese contacto directo con la gente, y eso lo perdimos, y fue por el contrario lo que, al menos comunicacionalmente, el PRO mostró la diferencia. A nivel nacional pasó algo similar, y solo a último momento, Daniel Scioli retomó ese contacto mano a mano con el pueblo, pero ya era tarde.
Yo creo que además no nos dimos cuenta qué era lo que no estábamos representado, qué era lo que faltaba. Hablábamos mucho de los doce años, pero no éramos capaces de decir todo lo que nos faltaba, qué era lo que teníamos que mejorar. Entonces, me parece que solamente hablar de los logros obtenidos y no dar una visión más de futuro, más de horizonte de mejora, para los sectores que aún faltaba incorporar e incluirlos, fue un déficit de nuestra propuesta.
El tema de La Cámpora generó mucho debate y resistencia incluso dentro del peronismo. ¿A qué se deben esas resistencias: son de tipo ideológico, generacional, luchas lógicas por espacios de poder?
Yo creo que la renovación está bien y era necesaria; el problema es que no podes plantear que sea lo único, que sea tu única sucesión, porque eso significó dejar afuera a muchos otros espacios. Vos tenes que conducir al conjunto, como líder no te podes recostar en un solo espacio. Porque eso obviamente va a generar mucha resistencia. Yo veía desde México por ejemplo los patios militantes. Y hay algo evidente: muchos trabajadores y otros sectores no estaban en esos patios. Eran siempre los mismos los que estaban ahí. Salí de los patios, tomá contacto con el afuera. No podemos dejarlos de lado como militantes peronistas. Creo que hoy una de las cosas centrales es la comunicación y la cercanía codo a codo con la población. Eso tenemos que recuperar. Ahora bien, reivindico absolutamente el salto en calidad que significó el involucramiento juvenil en la política en general, uno de los grandes méritos del kirchnerismo. Y ojo, más allá de los errores que pueda tener la conducción de la Cámpora, las críticas y denostaciones de los medios hegemónicos y el macrismo contra ese espacio apuntan a debilitar y desincentivar la participación política de la juventud.
Si tuvieses que elegir las tres mejores medidas o políticas en los doce años del kirchnerismo y las tres peores o que han quedado como tareas pendientes.
La primera política que rescataría es la de Derechos Humanos, en su sentido más amplio. No solo respecto de las políticas de Memoria, Verdad y Justicia, sino también con la incorporación de nuevos derechos, como la inclusión económica, social y laboral (AUH, jubilaciones, etc.).
La segunda cuestión positiva es haber vuelto a tener un Estado presente. Es cierto, como autocrítica, que tuvimos que generar mayor participación ciudadana y social dentro del Estado, incolucrando a organizaciones sectoriales, sindicales y empresariales. Creo que nos faltó dar mayor apertura.
Y el tercer punto positivo es que se volvió a revalorizar la política, luego de la bastardización que sufrió con la dictadura y la banalización de los noventa.
Y agregaría un cuarto aspecto muy positivo, la integración de la Patria Grande, tener una mirada regional y estratégica de nuevos alineamientos en el mundo.
Y en cuanto a las fallas…En el tema económico, nos faltó una mayor regulación e intervención sobre los grupos económicos concentrados. Tuvimos por ejemplo una ley de medios que fue muy positiva pero no terminamos de aplicarla como se debía.
Creo que otra falla fue el tema impositivo. Y finalmente, creo que no manejamos bien el tema de la reforma judicial: la quisimos imponer sin un debate previo, sin buscar y trabajar un consenso mayor para lograr democratizar y transparentar el poder judicial.
Este problema de no buscar consensos amplios creo que fue más general en el último tiempo, no solo con el tema de la reforma judicial sino en las distintas políticas que quisimos implementar. Y eso es que vas perdiendo representatividad, como decía al principio. Por eso me parece que el tema de la construcción política fue una de las principales debilidades.
¿Qué pensás del nuevo gobierno de Mauricio Macri?
Hoy por primera vez estamos asistiendo en la Argentina al acceso al poder de los dueños de la Argentina (el poder económico, financiero, agropecuario y mediático concentrado) a través del voto popular. Creo que la discusión de fondo hoy pasa porque el nuevo gobierno quiere cambiar el patrón de distribución del ingreso que logramos nosotros en estos doce años. Ese es el tema principal: la transferencia de ingresos hacia los sectores más concentrados, lo cual no significa que mantengan o implementen alguna que otra política social. A través del ajuste y los despidos, quieren un disciplinamiento social y laboral que significará un retroceso en términos de poder adquisitivo y de la distribución de la riqueza.
En ese sentido, me parece una muy buena señal la reunificación de los trabajadores, volver a tener una sola CGT. Además, nosotros tenemos que dar una señal, como movimiento peronista donde históricamente hubo distintas miradas y tendencias, de ser capaces de tener una reunificación para contener a todos los sectores y dar adentro a todos los debates que debamos tener.
También tenemos que ver el modelo de oposición que queremos ser, que me parece que tiene que ver con representar a los postergados del nuevo gobierno, con luchar por lo que ha sido la bandera tradicional del peronismo, el fifty-fifty.
Con el nuevo gobierno, se viene una privatización y una desinversión objetiva en temas de salud y educación. El ejemplo es lo que ocurrió en la Ciudad de Buenos Aires, donde si bien no privatizaron, el Estado se fue desvinculando de estas prestaciones fundamentales, que tienen que ver con las próximas generaciones.
Después está el tema de lo que nosotros supimos conseguir como proyecto político, que es la reindustrialización. Debemos representar todo ese espacio empresarial nacional pequeño y mediano que también va a estar en problemas con este modelo de concentración. Hay que buscar estrategias desde el movimiento peronista para hacer alianzas, y hacerles ver a esos sectores que es necesario juntarse y que no hay salida con el sálvese quien pueda.
Ellos están aún en el principio, la primavera. Entonces, vos podes decir que los que los votaron, que no tienen tal vez una identidad ideológica fuerte y profunda con ese espacio, tienen la esperanza de que votaron algo mejor. No lo van a reconocer inmediatamente hasta que no le toquen el bolsillo. Entonces si vos queres llegar a esa ciudadanía y no vas con un discurso amplio, no podes llegar. Tenemos que ser inteligentes, y con la víscera más sensible que es el bolsillo, ayudar a que vayan sacando sus conclusiones. Esto recién empieza. No va a ser que cambie todo tan rápido. Es un proceso. Y depende mucho de nosotros de que podamos acumular nuevamente fuerzas. El desencanto viene por el lado del bolsillo. Tenemos que mostrar cómo estaban antes y cómo están ahora. Antes estaban incluidos, con trabajo. No hay una pesada herencia como se pretende instalar.
Hablas de un peronismo unido, pero las primeras señales de Bossio y Urtubey fueron en sentido contrario. ¿Qué pensas sobre sus posturas?
Un repaso por la historia muestra que muchos dirigentes políticos peronistas eran una cosa en su momento y después cambiaban, eran renovadores, después menemistas. Ahora es lógico que cada uno, a su manera, esté buscando acumular y construir. Urtubey, por ejemplo, piensa que tiene que buscar al interior del peronismo los votos de Massa. No disputa los votos de Cristina. Busca construir y fortalecer una alternativa que después habrá que dirimir.
Pero a mí no me preocupa tanto la posición que tiene cada uno de ellos hoy, sino el debate sobre qué país queremos representar y cuáles serán las propuestas y estrategias de construcción política en el peronismo. Después la propia sociedad decidirá si estamos en lo correcto.
Otro tema de debate es que la Argentina es muy centralista y eso condiciona la relación con las provincias y con los gobernadores. Cuando perdes esas herramientas, toda esa construcción que hiciste se complica. Entonces, lo que está en debate también hoy es un modelo de construcción y de organización política. Yo creo que hay que ir hacia otro modelo de construcción, que quizás es más difícil y de largo plazo, pero más profundo y duradero. Esto no es solamente un problema achacable a nosotros. Es histórico que la Nación ha construido siempre su relación con las provincias con la chequera. Esto arranca desde la misma creación del Estado argentino. Incluso Macri va en ese mismo camino: tenía un discurso, pero termina siendo kirchnerismo al revés en su relación con las provincias.
El macrismo tiene como objetivo borrarnos del mapa, como ideario político, como ideología, como partido, quieren hacernos ver que somos todos corruptos, la herencia, etc. Ese es el gran objetivo: borrar de la historia a un proyecto que cambió un modelo de distribución de la riqueza, con muchas falencias, pero muy contrapuesto a lo que están haciendo ellos ahora. Si estamos divididos, si estamos sin espacios para expresarnos, y si no entendemos qué es lo que se está jugando en la Argentina hoy, vamos a tener para varios años de estos gobiernos.
Sobre el tema de la corrupción, ¿qué opinión tenes? ¿No es un tema que hay que incorporar en la agenda de los movimientos nacionales y populares? Es evidente que con estas denuncias hay una intencionalidad política, pero más allá de eso, ¿no debería ser un tema a abordar y ensayar una respuesta más sólida sobre el problema?
Si coincido. Es que creo que no es un tema solamente importante en la Argentina sino en todo el mundo. Me parece que nos debemos un debate sobre mecanismos que garanticen transparencia y visibilidad de los actos públicos, sobre todo los vinculados con el manejo de recursos y contrataciones.
Pero también debemos hablar de la corrupción estructural inherente al capitalismo, donde los sectores más concentrados económicos y financieros utilizan y/o utilizaron al Estado para sus intereses sectoriales. En nuestro país tenemos numerosos ejemplos a lo largo de la historia.
Por otra parte, lo que están haciendo los medios con lo de Lázaro Báez, Cristóbal López, tiene una clara intencionalidad política, de borrarnos del mapa como proyecto político, de tapar con supuestos actos de corrupción todo lo bueno que significaron para nuestro pueblo estos doce últimos años.
Esto no quiere decir que quien haya cometido actos de corrupción no deba ser juzgado y condenado como corresponde. Pero lo que no se puede es generalizar. Repito, sucede porque está clara la intencionalidad política de deslegitimar y denostar al kirchnerismo como proyecto político transformador.
Asimismo, deberíamos plantear que la mayor corrupción fue la estatización de la deuda privada, el megacanje, la evasión impositiva, la fuga de capitales, etc.
¿Qué papel crees que puede o debe tener Cristina?
Cristina no creo que quiera ser la Presidenta del Partido Justicialista. Ella debería estar por encima, tiene un fuerte liderazgo en la sociedad que trasciende al peronismo, la plaza del 9 de diciembre fue una muestra clara de ello.
Ojalá tome la decisión de contribuir a construir y convocar al espacio político que como mínimo la acompañó aquel octubre del 2011.
El movimiento nacional y popular tiene diversos matices, el movimiento peronista y el movimiento obrero deberán ser los ejes sobre los cuales volver a construir esa mayoría con vocación de poder. Ojalá Cristina tenga un rol preponderante en esa construcción.