El gobierno de Mauricio Macri no es afecto a los actos populares y masivos, ni a la conmemoración de fechas patrias. Este nuevo aniversario de la independencia lo confirma.
La plaza desierta, el Presidente saludando al vacío, operativos policiales gigantescos y más vallas que personas congregadas, son imágenes que se repiten desde diciembre de 2015 y que las propias autoridades se encargan de difundir. Hay, entonces, un mensaje que merece y debe ser analizado y codificado. Ensayamos en lo que sigue algunas hipótesis, como simple aproximaciones que tendrán que ser profundizadas.
Desmovilizar e intentar reconducir al ámbito privado cuestiones que por tradición en la sociedad argentina se debaten y resuelven de manera colectiva, seguramente forman parte de los objetivos primarios de Cambiemos. Están en plena consonancia con su proyecto económico, regresivo y desigual.
Es también una manera de expresar el lugar que deben ocupar los asuntos políticos en la sociedad. Diferenciándose del gobierno anterior, que hacía de los actos en los que hablaba a diario Cristina un verdadero ritual (los patios militantes, por ejemplo), Cambiemos proyecta, gustoso, la imagen de un gobierno de expertos que gestiona, mientras que los ciudadanos, alejados de la cosa pública, dedican su atención a sus quehaceres cotidianos. Argentinos a sus cosas. Breve disgresión: ¿cuánto de este ideal ha quedado conmovido en sus cimientos fundamentales con la corrida cambiaria que no cesa y con los ciudadanos preocupados, una vez más, por la evolución del dólar, por la inflación, etc?
Es posible derivar un tercer significado, ya más ligado estrictamente a los actos y fechas patrias. Se ha dicho que este gobierno es post-ideológico y pragmático, más preocupado por el hacer que por imponer ideas. La escasa predisposición a realizar festejos en este tipo de aniversarios sería una prueba de ello, sumado a otros gestos y actitudes en el mismo sentido: los animales en los billetes en reemplazo de próceres, o la casi nula reivindicación de cualquier tradición política (Macri parece citar a antiguos dirigentes con fines puramente utilitarios y de corto alcance: a Frondizi para ganar una elección, y a Perón para pedir aumentos de productividad). Nos preguntamos si todas estas acciones, tendientes a suspender nuestra propia historia, no revelan por el contrario un fuerte contenido ideológico ¿Cuál es la razón de ver en ellas una prescindencia por la batalla de las ideas y no ver en cambio una pretensión refundacional?
Finalmente, hay un cuarto significado que puede estar expresando el gobierno con la ausencia de festejos. En lo que sigue, tomamos la idea del análisis que hace Rosanvallon sobre los festejos populares que se hacían en el periodo inmediatamente posterior a la Revolución Francesa. El argumento central es que dichos festejos eran productores de igualdad.
"La Revolución Francesa le daba mucha importancia a la organización de concentraciones y de grandes fiestas públicas. El objetivo era la producción sensible de una comunidad. En un siglo impregnado de filosofía empírica, estaban persuadidos de que el calor de las concentraciones y el manejo de los símbolos tendrían efectos sociológicos y morales tangibles. Se llegaba a decir que con las fiestas se puede echar la nación al molde. Expresado de otra manera, se proponían apropiarse de la imaginación de los hombres y gobernarla. La formulación de este imperativo subrayaba a las claras que no sólo se contaba con las instituciones y con las leyes para producir la ciudadanía. Se sabía que ésta también se jugaba en las mentes y los corazones. Así las fiestas habían sido consideradas como medios directos de producción de sociedad".
"Pese a la multiplicidad de sus objetivos inmediatos y la diversidad de los contextos en los cuales están insertadas, esas fiestas de la época revolucionaria tuvieron todas por igual como función concentrar a los hombres en un espacio uno e indivisible. Su intención fue hacer sensibles tanto la unidad social como cierta manera de ser iguales, confundiendo a los individuos en una misma masa indistinta. De esta manera, las fiestas quisieron perseguir un doble objetivo: ofrecer la experiencia de un espacio transfigurado y armónico, y poner en escena la abolición de las distinciones".
"Ante todo, las fiestas revolucionarias quisieron hacer vivir a sus participantes una fuerte experiencia de constitución de un espacio verdaderamente público. Fueron organizadas bajo la forma de concentraciones abiertas, que contrastaban con un mundo antiguo definido por sus tabicamentos y desniveles. Señalan el advenimiento de un mundo horizontal, que arranca a sus participantes de la estrechez de sus universos habituales".
"Son las fiestas las que imprimen a la masa social un solo y mismo carácter, las que le imprimen un solo y mismo espíritu y las que en consecuencia, con todos los miembros del Estado forman un solo y mismo todo. Se esperaba que ellas arraigasen en las sensibilidades la afirmación del carácter uno e indivisible de la República, que fueran un poderoso transformador moral y social, cambiando en ciudadanos a individuos dispersos".
"El verdadero objetivo de la fiesta no consistía en su pretexto inmediato, la conmemoración de un acontecimiento, la celebración de una institución o la evocación de un gran principio: era la misma sociedad. Era a la vez el símbolo y la escuela del gran todo nacional y de la comunidad cívica, que conducía al individuo a transfigurarse en ciudadano".
"La fiesta también proponía una propedéutica al aprendizaje de la igualdad. Ella reunía ante todo a quienes estaban separados por las circunstancias de la vida ordinaria. Del codo a codo en una marcha, de la observación de un espectáculo o de la escucha de un discurso se esperaba que difuminasen las diferencias experimentadas en la vida cotidiana. Todo transcurría como si por un momento tomara vida una sociedad utópica. Ella tendía a los hombres y a las mujeres un espejo en el cual podían ver el reflejo repetido una y otra vez de sus esperanzas. Así, las fiestas podían prolongar, dramatizándolos, los efectos compensadores de las diferencias que las formas cotidianas de la civilidad ya trataban de implementar".
La ausencia de festejos populares en Cambiemos parece corresponderse, por contraste a lo aquí descrito, con un proyecto que busca alejarse del ethos igualitario que durante tanto tiempo ha marcado a la sociedad argentina. Contribuye, en tal sentido, a la instalación de un orden jerárquico, ahogando los espacios en los que dos ciudadanos, haciendo abstracción de las diferencias sociales que los separan, pueden encontrarse y reconocerse como iguales.