Nota publicada en El País Digital
El próximo 4 de marzo los italianos elegirán un nuevo Parlamento. A continuación, ofrecemos un cuadro de situación general para, en próximas notas, ahondar en algunos aspectos y seguir el día a día de las elecciones.
Dejar atrás la inestabilidad política
Con esta elección, en la que se renovarán en pleno la Cámaras de Diputados (630 miembros) y el Senado de la República (315), y que dará lugar a la 18° Legislatura de la República desde 1948, se pondrá a prueba la posibilidad de que los italianos logren de una buena vez dar cierre a un extenso período de inestabilidad política.
Cabe recordar que, en las últimas elecciones parlamentarias, en febrero de 2013, ningún partido logró la mayoría necesaria para formar gobierno. El electorado se dividió esencialmente en tres partes: el Partido Democrático, comandado en ese momento por Pier Luigi Bersani; el Pueblo de la Libertad, de Silvio Berlusconi, y el Movimiento 5 Estrellas (M5S) de Beppe Grillo que, como fuerza nueva, dio la gran nota.
Esta situación motivó la formación de un nuevo gobierno producto de una curiosa y amplia alianza que incluyó, entre otros, al PD y a sectores de la derecha (centro-destra) aliados con Berlusconi (Alternativa Popular, de Angelino Alfano). Pero ni siquiera este acuerdo sentó las bases para la estabilidad. Enrique Letta (PD) estuvo menos de un año como Presidente del Consejo de Ministros. Fue reemplazado por un camarada de su propio partido, Matteo Renzi, que tampoco logró mantenerse: al perder en diciembre de 2016 un referéndum para modificar la Constitución, renunció a su cargo. A partir de ese momento y hasta el día de hoy, se encuentra al frente Paolo Gentiloni (PD), quien mantendrá la jefatura de gobierno hasta la fecha de inauguración de la nueva Legislatura, prevista para el próximo 24 de marzo. En resumen, tres Presidentes del Consejo de Ministros en un período de cinco años.
Pero el ciclo de inestabilidad viene de antes. Se puede decir, sin temor a exagerar, que ha sido el sello distintivo de todo el período de vigencia de la Segunda República, surgida tras el proceso conocido como mani-pulite, la disolución de los grandes partidos de la Primera República (Democracia Cristiana y Partido Socialista) y el posterior ascenso de Il Cavalieri Silvio Berlusconi a la primera magistratura.
Sin embargo, la división en tres tercios, que se mantiene hasta el día de hoy con algunas leves variaciones, no permite ser optimista y hay muchos analistas políticos e incluso dirigentes que ya piensan en la posibilidad de que no surja el 4 de marzo una mayoría clara y esbozan alternativas a seguir frente a un escenario de esa naturaleza (mantener el gobierno de Gentiloni, proponer una nueva ley electoral, formar una gran coalición, entre otras).
Cambio en las reglas electorales
Estas elecciones estrenan sistema electoral, el denominado Rosatellum (llamado así por quien fue su mentor, el jefe del grupo parlamentario del PD en Diputados, Ettore Rosato), un sistema mixto, inspirado en el modelo alemán, que combina elementos mayoritarios (el 36% de los escaños se definen en circunscripciones uninominales) y proporcionales (el 64% restante), tanto para Diputados como para Senadores. Así, cada elector dispondrá de dos votos: uno, para elegir el candidato de su circunscripción (gana el más votado), y con el otro, escogerá al partido/alianza de su preferencia (lista plurinominal y reparto proporcional). Se prevé también un umbral legal -en ambas Cámaras- del 3% para los partidos y del 10% para las coaliciones a nivel nacional.
Este novel sistema electoral introduce una cuota mayor de incertidumbre, pues aún no están claros los efectos que podrá tener en el comportamiento de los electores. Se guiarán por el sello partidario o por los candidatos individuales?. Es la gran pregunta que no pueden responder los encuestadores.
Lo cierto es que Il Rosatellum surgió, ante todo, por una necesidad compartida por el Centro-Sinistra y el Centro-Destra: limar las posibilidades del emergente M5S. La introducción de circunscripciones uninominales, donde impera la regla del first past the post, apunta en ese sentido: mientras que los partidos tradicionales buscan alianzas amplias para mejorar sus chances, los grillistas van en soledad, rehenes de su principio constitutivo de presentarse como una fuerza anti-sistema político.
La ley electoral fue apoyada, entre otros, por el PD, Forza Italia y Liga Norte. Contó con el enérgico rechazo del M5S, y de la izquierda que rompió con el PD. Como símbolo de esta alianza anti-grillina, el Rosatellum no impide a Berlusconi participar en una campaña electoral como "jefe político" de su fuerza política, aun cuando todavía está inhanilitado para ocupar cargos públicos.
En definitiva, con el Rosatellum quedó en evidencia el miedo al grillismo que tienen los dos bloques que han dominado el escenario político italiano en la Segunda República italiana, el PD de Renzi y Forza Italia de Berlusconi.
Tres bloques, y ninguna clara mayoría
Desde hace casi una década, la escena política italiana ha quedado escindida en tres bloques y ninguno de ellos logra alcanzar una mayoría clara capaz de darle la exclusividad de formar un gobierno sólido y estable. Al día de hoy, las encuestas -que siempre hay que tomar con cierta prudencia- marcan que el Centro-Destra aparece primero con el 35%, seguido del M5S, con el 27% y tercero, y en declive, el Centro-Sinistra, con el 25%.
Centro-Sinistra: el PD de Renzi, y la izquierda
El PD de Renzi. El PD es el principal referente del espacio Centro-Sinistra en Italia. Esta formación política, nacida tras la unión de socialdemócratas y demócrata-cristianos, sin embargo, con el paso de los años ha dado pasos contundentes hacia el centro del espectro ideológico. Dicho perfil se ha acentuado con su actual líder, Matteo Renzi, que desde que asumió como Secretario General del PD en 2013, ha emprendido una batalla para depurar al partido de sus elementos más izquierdistas. En ocasión del referéndum perdido por Renzi, se terminó de consumar esa división: Pier Luigi Bersani y y Massimo D’Alema (dos figuras históricas provenientes del PCI), Roberto Speranza, entre otros, rompieron con el PD y formaron Articolo 1-Movimento Democratico e Progresista. Berlusconi, no sin un dejo de ironía, suele decir que el principal mérito de Renzi fue haber librado a Italia de los comunistas.
Perry Anderson ha señalado alguna vez que el mayor legado de Silvio Berlusconi no fue en el plano de sus reformas económicas sino en la transformación de la cultura política italiana, poniendo como ejemplo al líder del PD, Matteo Renzi. En efecto, además de dar la batalla contra la izquierda del PD, Renzi ha seguido un estilo de liderazgo similar al de Berlusconi, muy personalista y erigiéndose como una especie de show-man televisivo.
Como Primer Ministro, Renzi emprendió una serie de reformas ambiciosas en materia electoral (en acuerdo con Berlusconi), fiscal (con eliminación de impuestos regionales), en la administración pública y en lo laboral. Este último punto tal vez ilustra con claridad el sello de su gobierno y la orientación que le ha dado al PD: con el argumento de luchar contra la desocupación, Renzi promovió una reforma laboral (Jobs-act, aprobada en septiembre de 2014) que significó una precarización y pérdida de derechos para los trabajadores, especialmente en lo que refiere a la estabilidad.
A partir de mayo de 2015, la economía italiana salió de la recesión y además se crearon más de 500 mil puestos de trabajo. Cuando parecía que tenía todo el camino allanado para estabilizarse en el poder, Renzi se engolosinó: propuso un referéndum para reformar la constitución y prometió públicamente que, si perdía, dimitiría. La historia es conocida: perdió el referéndum y no le quedó otra que renunciar. Asumió en su lugar Paolo Gentiloni.
A pesar de ello, Renzi ha logrado revalidar su predominio dentro del PD. Compitió en abril de 2017 en una elección interna y aplastó a sus contendientes (Orlando y Emiliano), con un respaldo cercano al 70% de los votos.
Aunque se encuentra tercero en las encuestas, Renzi mantiene las esperanzas, sobre todo porque como partido individual, el PD tiene grandes posibilidades de quedar como el primer grupo parlamentario. Es que dentro de la coalición Centro-Sinistra, es un seguro ganador el 4 de marzo. Los otros tres partidos que se presentan dentro del espacio Centro-Sinistra son +Europa (Emma Bonino), quien recientemente recibió el apoyo del ex premier Romano Prodi, Civica Popolare (Lorenzin) e Italia Europa insieme (Santagata). La lucha de estos partidos es pasar el umbral del 3% y si no lo logran, por efecto del Rosatellum, esos votos se traducirán en cargos parlamentarios adicionales para el PD.
La estrategia de Renzi para esta elección puede resumirse en un lema que repite constantemente: “somos los extremistas de la moderación”. Elige con ello un contraste a dos bandas. Por un lado, para acallar las críticas que provienen desde sus ex aliados (Speranza, D’Alema y otros, quienes formaron Libere e Uguali y llevan como candidato a premier a Pietro Grasso). Sostiene que votarlos a ellos es hacerle el juego a la derecha. Pero, por otro lado, también propaga la idea de que votar a la “destra” es consagrar al extremista Salvini como Presidente del Consejo.
En consonancia con esta carta por la moderación, y a diferencia de lo que fue su ambicioso proyecto de reforma en el referéndum, las propuestas del PD en esta elección no son nada grandilocuentes. Renzi reivindica, por un lado, que el gobierno del PD logró sacar a Italia de la crisis abierta en 2008 y que, además, generó puestos de trabajo. Ahora, sostiene, es el turno de mejorar la calidad (y estabilidad del empleo), para lo cual anuncia recortes impositivos para las empresas que contraten trabajadores por tiempo indeterminado; el establecimiento de un salario mínimo; y un programa de deducción fiscal para quienes tienen hijos a cargo (de 240 euros mensuales, para hijos de hasta 18 años y de 80 euros mensuales para hijos de hasta 26 años). Un programa electoral poco ambicioso y que tiene como meta principal, según el propio Renzi, ser creíble, sostenible y realizable: “cento piccoli passi per Italia (cien pequeños pasos para Italia, la cita de Renzi que rememora un film italiano).
Centro-Destra
Es una coalición formada, entre otras, por Forza Italia, Lega Nord y Fratelli d’ Italia.
Como fuera dicho, este espacio aparece en principio liderando las encuestas. Sin embargo, en su interior se da una dinámica sumamente competitiva y que puede entrañar algunos problemas a futuro. Es que hay una batalla por el liderazgo entre Silvio Berlusconi y Matteo Salvini que son, en esencia, representantes de dos líneas políticas diferentes.
Aunque pueda parecer extraño, Berlusconi es hoy un hombre pro-sistema y moderado, en contraposición con Salvini. Por ejemplo, en plena campaña, el ex Premier viajó a reunirse con las autoridades de la Unión Europea para llevar tranquilidad y manifestar su plena adhesión al euro y a la disciplina fiscal. Asimismo, también tiende a mostrarse más receptivo con el fenómeno de la inmigración. Berlusconi saca a relucir públicamente esta impronta moderada, y se propone como el garante para vencer el peligro populista, que para la Unión Europea está representado no solo por Salvini sino también por Di Maio y el M5S. “Así como en los noventa vencí el peligro comunista, hoy haré lo propio con un peligro mucho peor, el populismo”, es el lema de Il Cavalieri para endulzar los oídos de Bruselas.
Salvini es todo lo opuesto: tiene un discurso contra Europa y contra la inmigración, con tintes claramente racistas y xenófobos, que recupera mucho del discurso de Trump. Ya en campaña, Salvini, de todas formas, buscó bajar el tono antieuropeo, dejando asentado en el programa electoral del Centro-Destra que se opone no a la Unión Europea en sí sino a la imposición de metas fiscales asfixiantes como las actuales.
En materia económica, el Centro-Destra unifica discursos y propone como una de sus propuestas centrales el Flat-Tax, esto es, una reducción impositiva que tanto el PD como el Movimiento Cinco Estrellas, tildan de una medida pro-ricos y que ahondará en las desigualdades sociales.
Un dato no menor en esta competencia interna dentro del Centro-Destra es que Berlusconi está inhabilitado para ocupar cargos públicos al ser condenado por fraude fiscal en 2013. Aunque presentó un recurso ante el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, la medida no será revocada antes del 4 de marzo. Berlusconi sostiene, igualmente, que ya tiene elegido a su posible Primer Ministro en caso de ganar las elecciones, seleccionado de entre las filas de su partido, Forza Italia.
Movimiento Cinco Estrellas. La fuerza creada en 2009 por Beppe Grillo se enfrenta a cuatro dilemas fundamentales: uno, de liderazgo; otro, de gestión; el tercero, programático; y el cuarto, estrictamente electoral.
En cuanto al primer dilema, se da debido a que Beppe Grillo decidió dar un paso al costado en el liderazgo del M5S, y su lugar, para estas elecciones, fue ocupado por un joven de apenas 31 años, Luigi Di Maio. Aunque su perfil es coherente con la impronta del Movimiento (es joven, no tiene historial político), aún está por verse si será capaz de reemplazar el liderazgo carismático del humorista Beppe Grillo.
El segundo dilema que enfrenta el M5S es que, a pesar de ser una fuerza política relativamente nueva, ha logrado en sus menos de diez años de historia algunos resonantes triunfos que le permitieron tener, en la actualidad, 45 alcaldías, 92 Diputados y 36 Senadores. Desde mediados de 2016, gobierna dos de las ciudades más importantes de Italia: Roma (con Virginia Raggi) y Turín (Chiara Appendino). Pero lo que podría haber sido una excelente plataforma y vidriera para propagar las ideas grillinas a nivel nacional y al resto de las jurisdicciones, se transformó en una pesada carga, pues ambas alcaldesas tuvieron evidentes problemas de gestión e incluso se vieron envueltas en escándalos con la Justicia.
El tercer dilema es de tipo programático. Una de las principales acusaciones que le lanzan sus rivales es que el M5S posee una evidente incoherencia ideológica. Y hay algo de verdad en esa crítica. En su relación con Europa se observa claramente esta ambigüedad. A tono con su prédica antieuropea, a fines de 2017 Di Maio sostuvo que impulsaría un referéndum para proponer salir del euro, en caso de que la Unión Europea no aceptase flexibilizar sus políticas monetarias y fiscales. Sin embargo, hace pocos días pareció desdecirse, al señalar que no era el momento para salir del euro.
Finalmente, el cuarto dilema es electoral. Como se dijo, con Il Rosatellum, se hace difícil para cualquier fuerza política lograr una mayoría clara para poder formar gobierno en soledad. Y es sabido que el M5S tiene como una de sus banderas principales no aliarse a otras fuerzas. Ello ya le valió en 2013 ser el partido más votado, pero no poder formar gobierno, por tener menos votos que aquellas fuerzas que se aliaron.
Una de las propuestas de campaña más importantes del M5S es el denominado reddito di cittadinanza (ingreso ciudadano), que prevé 780 euros para familias de una persona y 1.638 euros para familias con dos hijos. Esta propuesta es calificada de irresponsable y de populista por sus rivales de Centro-Destra y de Centro-Sinistra. Renzi, incluso, sostiene que es un incentivo para que los italianos elijan quedarse en sus casas y no trabajar. Di Maio, por el contrario, sostiene que sería recuperar una función importante del deteriorado Estado de Bienestar italiano.
La gran incertidumbre, ¿una gran coalición?
Una de las grandes dudas que emerge en la actualidad es qué ocurriría en caso de que ninguna fuerza logre obtener una clara mayoría en las elecciones del 4 de marzo. Son temas de constante especulación las posibles alianzas. Las que más suenan, en función de lo que dictan las encuestas, son cuatro.
1) Una unión amplia entre el Centro-Sinistra y el Centro-Destra. Un posible acuerdo entre Renzi y Berlusconi, como quedó claro a lo largo de esta nota, no debería sorprender demasiado. Es una clara muestra de que, al igual que en otros países europeos, la distancia ideológica entre el centro-destra y el centro-sinistra se ha reducido significativamente, y ello les permite pensar en cerrar filas contra una nueva fuerza como el M5S, que los amenaza con una prédica de renovación política. El tradicional y desgastado sistema partidario italiano, en definitiva, cierra filas. El peligro es que con sus prácticas corporativas termina validando, de alguna manera, las acusaciones grillinas.
2) Un gobierno del centro-destra. En ese caso, el interrogante principal pasa por saber qué sector encabezará la jefatura de gobierno. Las encuestas muesran que hay mucha paridad entre Berlusconi y Salvini. Y hay que tener en cuenta, además, que Il Cavaliere no podrá asumir.
3) Una alianza entre el M5S y la Liga. Aunque ahora no parece posible, muchos especulan con una unión entre Di Maio y Salvini. Esta convergencia populista sería el peor escenario para el establishment italiano y europeo.
4) Una alianza amplia de todo el Centro-Sinistra. Hoy parece más lejana esa posibilidad, aunque no habría que descartarla del todo, porque puede ocurrir que otras fuerzas, como Liberi e Uguali, decidan prestar apoyo a este espacio.
Cada una de estas posibles alianzas, de todas formas, requeriría para consumarse y ser mayoría de aliados y votos de otros partidos políticos, o sea, de los llamados “tránsfugas”. El hecho de que las cuatro combinaciones posibles necesiten de parlamentarios dispuestos a “transformarse” inmediatamente después de las elecciones dice ya mucho sobre la sostenibilidaad y estabilidad que podría tener un gobierno de este tipo.